“Nadie escapa de sus propios demonios” parece ser la idea central de The Devil All the Time, la nueva película de Antonio Campos (The Sinner) nos adentra en una serie de historias donde la violencia, el fanatismo religioso y la idea del destino están a la orden del día.

El film juega constantemente con tres recursos para contar los infortunios de sus protagonistas: flashbacks, elipsis y una narración en off que devela los pensamientos y sentimientos más profundos de sus personajes.

¿De qué va The Devil All the Time?

La película le da voz a diferentes personajes para narrar sus experiencias. En primer lugar, tenemos a Willard (Bill Skarsgård) un veterano de la Segunda Guerra Mundial que, desde que presenció la crucifixión de su comandante, algo dentro de él cambió. Al regresar a su casa y, oponiéndose a la promesa que su madre, Emma, (Kristin Griffith) le hizo a Dios, se casa con una camarera (Haley Bennett) con la que tiene un hijo. Lamentablemente, ella muere a raíz de un cáncer y él, hundido en la desesperación, le ruega a su creador que la traiga de regreso, llegando a sacrificar al perro del hijo como ofrenda, pero finalmente decide quitarse la vida para terminar con su sufrimiento.

Al mismo tiempo, Helena (Mia Wasikowska), la mujer que la madre del ex soldado quería que se casará con él, contrae matrimonio con un fanático religioso (Harry Melling) con el que tienen a Leonor. Antes de salir de paseo, ella le deja su hija a Emma y momentos después es asesinada por su esposo que pensaba que tenía el poder de Dios para resucitarla. La huida del asesino queda frustrada cuando se cruza a Sandy (Riley Keough) y Carl (Jason Clarke) una pareja que vimos al comienzo de la cinta y que obligaban a sus victimas a tener sexo con ellos antes de matarlos.

Ya desde estos momentos podemos diferenciar algunos de los temas que abarca el film. La violencia es uno de los más importantes, y es que, aunque los personajes quieren alejarse de ella, esta está presente en todas partes. Un aplauso para lo incomodo que nos hace sentir cada escena de asesinato, donde la tensión tiene más energía que la sorpresa debido a que ya sabemos quien va a morir, pero esos segundos antes parecen eternos.

Además, la cinta juega con la idea del destino y las consecuencias de nuestros actos. Existe una impotencia sobre cambiar el pasado que experimentan cada uno de los personajes y que nos hacen replantear los horripilantes actos de algunos, no de todos. De la misma manera, la voz en off aprovecha mucho estas oportunidades para expresar los futuros potenciales que no llegaron a ser y los secretos que se llevaron a la tumba.

Y es que “el diablo a todas horas” se refiere tanto a la maldad expresada en la violencia que los protagonistas ejercen, las malas intenciones ocultas en muchas de las personas de la ciudad y, al mismo tiempo, el título del film nos habla sobre ese pasado que nunca deja de atormentarnos y nos impide proyectar nuestro futuro. Esta idea se refleja en Willard con las cruces, como también en Arvin (Tom Holland) con el altar donde su padre mato a su perro y después se suicidó.

Luego de estos acontecimientos, tenemos un salto de siete años. Arvin y Leonora (Eliza Scanlen) fueron criados como hermanos por su abuela, pero la joven no está pasando un buen momento debido al bullying que sufre en la escuela. Sus problemas parecen desaparecer cuando Preston Teagardin (Robert Pattinson) se vuelve el nuevo predicador de la iglesia con el que comienza a desarrollar sentimientos, aunque todo se torna oscuro cuando queda embarazada y este la rechaza e incita a que se realice un aborto. Al no poder sostener esa situación, Leonor decide suicidarse y, pese a que entro en razón al final, se quita la vida por accidente.

Las escenas a continuación nos hacen pensar en las buenas decisiones de este film, con una cámara siguiendo desde lejos al reverendo, estudiando cada paso y secreto para, momentos más tardes, revelarnos que fue Arvin buscando venganza. Quizás no es una gran sorpresa, pero la forma en la que el personaje utiliza esa información es muy creativa y termina sacando a la luz al lobo disfrazado de oveja.

Luego comienza la ultima parte de la película que me gusta llamar “ojalá no le pase nada a Tom Holland” y es porque, la violencia que ejerce durante toda la ficción está justificada por buenas intenciones. Es un personaje que vivió rodeado por la muerte durante toda su vida y parece que las circunstancias lo empujan a ello. Esto se ve en las últimas tres muertes que fueron motorizadas por sus deseos de sobrevivir.

En el final se retoman las ideas de destino y futuros potenciales, con un Arvin que tiene todo un camino por delante y que, por fin, puede descansar un poco. Si seguirá los mismos pasos que su padre es algo que vive en la imaginación de cada uno.

Aunque señalé muchos puntos positivos en la cinta, también es menester aclarar que por momentos se vuelve una travesía interminable y eso es por las pausas que se producen al alternar con otras voces. Es muy interesante que todas las historias se conecten, pero también me parece que el tiempo que pasamos con la pareja de asesinos y su hermano no aportan más que gore innecesario. Sin ellos la película tendría un ritmo más atractivo.

En conclusión, The Devil All the Time nos adentra en una ciudad donde la violencia, la religión y el destino persiguen a los protagonistas hasta el final. Con una puesta en escena sublime y actuaciones magistrales, una tarde de lluvia con un buen té son los mejores compañeros para esta nueva experiencia que nos trae Antonio Campos.

PD: Muchos se quejaron de lo mal actuado que están los acentos sureños y me gustaría aclarar que no lo mencioné en ningún momento dado que no poseo conocimientos sobre ese tema.

Por Sergio Gomez | En Twitter @Chergio17 

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